miércoles, 24 de diciembre de 2008

Feliz Navidad a todos

Queridos lectores:

Aunque sois cuatro gatos, y espero estar con todos de estos días, no quiero dejar pasar el día 24 sin desearos una feliz Nochebuena junto a los vuestros, que no olvidéis su significado último, y que encaréis la Navidad como merece.
Para mí van a ser unas fiestas raras. Ya lo eran de por sí, por el tema del MIR, más aún ahora. Como mi abuela está muy pachucha, mi padre se quedó en Vigo con ella. Nosotros mientras, estamos incómodamente a la expectativa de viajar a casa de vuelta, tratando de vivir estos días con una naturalidad que no es tal. Evidentemente, mis deseos más especiales son para mi padre y mi abuela, y por extensión a todos aquellos que viven la Navidad metidos en un hospital. Es algo que da mucha pena, pero es así.
Creo que aunque no sean unas Navidades alegres no pierden su significado, para mí por lo menos. Aunque el consumismo y el arrinconamiento social del origen verdadero de la Navidad nos lo oculten, estos días no implican una alegría vacía, consumista ni necesariamente metódica. No hay que sonreír sin parar por el hecho de que toque. No. Tenemos que cuidarnos entre nosotros, confirmar nuestro rumbo y seguir haciendo las cosas bien. Aunque lo que toque duela.
El curso de las cosas no se puede cambiar. Nosotros sí. Y estar a lo que nos corresponde, vigilantes.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Hasta siempre, Celtiña

domingo, 14 de diciembre de 2008

Un pequeño anticuario musical

¡Ya solo queda una semana para acabar esta vuelta! Parece imposible que ya vayan 6 meses. Uno más y se habrá acabado... Estupendo.

Aquí os dejo unas joyitas viejas, viejas.











viernes, 12 de diciembre de 2008

Aún a pesar de estar repe...



Qué futuro laboral más simpático me espera...

¡Tetas! Digo... ¡adelante!

martes, 2 de diciembre de 2008

Un día típico en el M.I.R.

Os voy a contar, por si alguien no lo conoce muy bien, cómo es uno de mis días aquí en Ovieu. Así relleno otra entrada, dado que si no poca cosa más tengo que contar.

Mis dos despertadores suenan a las 8 y a las 8 y cinco. Me arrastro hasta la cocina y de ahí al salón, donde remuevo afanosamente mi Cola-cao durante 20 minutos viendo los goles del día anterior (¡bendita semana aquélla que tiene Champions!). Una vez criticado el Madrid me dirijo a mi cubil felino donde, a eso de las 8:45, empiezo a chapar la lección del día. Hoy por ejemplo, son 90 páginas de Pediatría.

Paro a eso de las 11; dado que al fin y al cabo voy a ser funcionario, tengo que ir ensayando: la hora del café. No obstante, a los 20 minutos de empezado el tentempié mi espíritu estudiantil vence a mi espíritu de trabajador de la administración y vuelvo a mi guarida. Continúo hasta las 12.30, momento en el que hago el test del día (150 preguntas de la asignatura de turno, o 260 preguntas de un MIR anterior, en el caso de hoy el del 96) hasta que mis tripas me engullen por dentro, a eso de las 2.

Como y veo la tele un ratito. Llega una decisión dura para todo aquel que sepa qué es comer a las 2: ¿Qué ver en la tele? Dudo entre la trigésimocuarta vez que veo el capítulo de los Simpson, historias de crímenes estadounidenses de la Sexta o la tertulia política hipercasposa de la cuatro con la acondroplásica pez-globo discutiendo con el gigantesco ego de Fernando Ónega. Total, acabo haciendo sopitas de cebolla con Arguiñano, mientras comento con Edu como se le nota la borrachera según el día de la semana.

Duermo 20 minutos de siesta no negociables, y reinicio el estudio a las 15:15. Escucho unos resúmenes que tengo en un cd y termino de subrayar. Pego un par de postits en la ventana y acabo a eso de las 6.15. Me conecto, veo interné y me ducho al son de los Jayhawks o OCS, por ejemplo.

Meriendo 2 frutas y otro Cola-cao (¿ves qué bien, Spi?) mientras veo Las Vegas (serie perfecta: chorras, gracioseta, no engancha, no hace falta seguirla día a día y tiene una buena ración de frescas) y para clase, de 7.30 a 10.30, con 10 minutos de descanso. Llego a casa, ceno con vaya semanita y hablo con Lara. Leo un capitulito de Asimov o veo un episodio de Naruto y a sobar: son las 12 de la noche.

Y así, otro día más.

¿Emocionante, eh?